¿Cristianos ecologistas?

Seguramente todos hemos escuchado sobre la importancia de cuidar los recursos naturales. Quizá, incluso, hasta hayamos hecho algunas cosas en pro del medio ambiente; cosas como reciclar basura, economizar el agua, cuidar los animales e incluso hasta sembrar nuestro propio huerto. Sin embargo, como cristianos vale la pena preguntarnos ¿le importa a Dios que cuidemos el lugar donde vivimos? La respuesta es sí, pero no como la cultura de este mundo nos enseña.

De hecho, la razón por la que el tema ecologista ha tenido tanto ímpetu en los últimos años se debe a un esfuerzo realizado por nuestras sociedades para concientizar sobre el cuido del medio ambiente, no sólo como actividades aisladas sino como prácticas cotidianas. De hecho, la fundación AQUAE define que ser ecologista “no es una moda, sino una filosofía de vida” (AQUAE Fundación, Ecologismo: qué significa ser ecologista, 2016) 

Justo ese es el meollo del problema, porque el hombre, por tener una naturaleza caída, interpreta su realidad sobre la base de lo que cree, y si eso que cree no es  Dios, las cosas creadas se convierten en el objeto de su adoración. Lo que comienza por el cuidado de la naturaleza termina en la adoración de la misma. 

1. El mandado de Dios

Entonces, si la cultura de este mundo no tiene la respuesta, ¿cómo cuidamos de nuestro planeta? Lo primero que debemos saber es que Dios siempre se ha preocupado por el cuido de su creación, Génesis 1:28 dice  que cuando Dios creó al hombre le dio la responsabilidad de cuidar la creación: 28 Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra (Génesis 1:28 LBLA) …15 Entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara (Génesis 2:15 LABLA)  

Para comprender mejor este texto debemos entender dos palabras que se mencionan en Génesis 2:15, las palabras de: ABAD que puede traducirse como: labrar, adorar, arar, culto, desempeñar, ejercer; y SHAMAR que puede entenderse como:  cuidar, advertir, aguardar, atesorar, celebrar, conservar (Bienvenido al origen.com, comentario Bereshit Génesis 2: 12 (2:15), 2017).

De manera que cuando Dios se refiere a “cultivar” está hablando de cultura; y la cultura no es más que todas las actividades que realizamos en el día a día basado en lo que creemos. Lastimosamente cuando Adán pecó entró la corrupción del pecado al mundo y por tanto, el hombre creó una cultura contraria al propósito de Dios.  

El problema de ser ecologista según la cultura no es ambiental, es teológico: al cambiar la adoración a Dios y adorar a la criatura, el hombre manifiesta o exterioriza la verdadera adoración de su corazón.  

2. Los efectos del pecado en ese mandato

Con respecto a los efectos de la caída y como afectan al ser humano al ejercer el mandato de Dios,el teólogo  Van Til dijo: pero es debido a la caída del hombre que su cultura es apóstata y se halla en un estado de crisis continua. Pero, la cultura como tal, es un don de Dios al hombre, lo mismo que una obligación (Henry R. Van Til. Calvinistic Concept of Culture, 2001, Pág. 9)

Lo increíble de todo esto es que el mandato cultural no se ha perdido, por el contrario, en Cristo el hombre es restaurado para con Dios como la criatura cultural para servir a su Hacedor en el mundo. 

3. El llamado a ser buenos mayordomos

Por lo tanto, sí a Dios sí le importa el cuido de la naturaleza, no como esta cultura lo define, sino como él nos mandó en Génesis 2:15. Las escrituras nos demuestran que sólo obedeciendo al mandato cultural de Dios seremos buenos mayordomos de los recursos naturales que se nos han dado. 

Sí dejamos esta tarea al mundo ignoramos el mandato de Dios y estamos permitiendo que una cultura antibíblica y diabólica se haga cargo de lo que es nuestra responsabilidad. Los anticristianos usurpan el cuidado de la creación, el que ahora en Cristo le corresponde a la Iglesia. Con esto no estamos diciendo que endiosamos la creación, sino que ejercemos dominio sobre ella para que en ese ejercicio adoraremos al único Dios, nuestro creador. 

En conclusión,  obedecer el mandato cultural dado por Dios en Cristo, es la respuesta a la verdadera “ecología” la cual el mundo hace y busca respuesta en otras ciencias, sin embargo, la única manera de ejercer esta mayordomía con el propósito original en Génesis, ahora que somos restaurados en Cristo.